Tu tienes Cáncer

     Estas tres palabras todavía las recuerdo como si fuera hoy. Las escuché en Agosto de 2008 cuando visité la oficina del médico para que me dieran los resultados de una biopsia que me había hecho en una masa inusual que me había salido en el pecho. 

     Todavía recuerdo a mi mamá a mi lado, y ese frío silencio en la oficina del médico luego que me dio las noticias. Tenía 23 años en aquel momento, y en mi ignorancia pensaba que el cáncer solo le daba las personas mayores. Pasaron miles de cosas por mi mente...¿porqué a mi? Desde ese día vi la vida de otra manera.

     Tuve el privilegio de contar con dos de los mejores doctores en Puerto Rico y en menos de dos semanas ya estaba tomando quimioterapia. Durante 6 meses viajaba de Cabo Rojo a Manatí cada dos semanas a darme el tratamiento. Luego de eso comencé con la radioterapia. Durante todo este tiempo pasé las de Caín por los efectos secundarios de ambos tratamientos. A veces con toda honestidad no sabes qué es peor, si el remedio o la enfermedad. Desde las defensas bajitas, cansancio, antojos, hasta llagas en la boca, garganta quemada, pérdida de peso, en fin... ¿para qué contarte? Finalmente casi un año y medio de después de haber comenzado tratamiento, mi médico me pudo ya me pudo declarar: Libre de cáncer.

     Pero no todo termina ahí. En el 2016, una noche a eso de las 7:00 pm, me dio un fuerte dolor de pecho que me duró aproximadamente media hora. Una desesperación tan horrible como la que nunca en mi vida había sentido. Luego de ese episodio estuve acostado en mi cama, sin comer y sin levantarme por 48 horas corridas. Llegó el punto en el que dije, necesito ir al médico, no puedo seguir así. Cuento largo corto, ya en el hospital recluido porque supuestamente tenía "Leptospirosis"me visita el cardiólogo y me dice: "a ti te dio un infarto, hay que hacerte un cateterismo de inmediato". Resultó que mi arteria coronaria principal estaba obstruida 95% y que aquel episodio que había pasado había varias noches atrás, había sido un infarto, sí, un infarto a mis treinta años.

     En un periodo de ocho años, pasé por dos de las principales causas de muerte mundialmente, Cáncer y Enfermedades Cardiovasculares. Tengo el privilegio de poder contarte hoy mi historia, porque anualmente son millones la cantidad de personas que mueren a causa de estas enfermedades. Para que tengas una idea esto son algunas de las estadísticas según la organización mundial de la salud:

  • En el 2018 se estima que aproximadamente 9.8 millones de peronas murieron de cáncer.

  • Anualmente, 17.9 millones de personas mueren de ataques al corazón, eso representa un 31% de las muertes mundialmente.

  • Y anualmente mueren 1.6 millones de personas debido a la diabetes.

     Años más tarde, reflexionando sobre qué pudo haber pasado en mi vida y porque a tan corta edad sufrí dos de las tres enfermedades crónicas más comunes, creo haber encontrado el denominador en común: la mala alimentación y un mal estilo de vida.

     Desde que tengo memoria, he sido obeso. Pero como siempre te dicen: "estás gordito porque eso lo heredas de tus padres", o "tienes que dejar de comer y hacer más ejercicio". Viví toda mi vida creyéndome eso, y haciendo todo tipo de dietas. Tomando pastillas y comprando cuánto suplemento milagroso te prometía bajar veinte libras en un mes. Aún así siempre estaba sobre peso y nunca me sentía bien.

     Siempre he sido dulcero. Me podía comer una caja de dulces de repostería, yo solo, sin remordimientos. Todo tipo de carbohidratos refinados, desde arroz, papas, pasta, pan, refrescos, galletas, bizcochos, mantecados, en fin, todo lo que el cuerpo me pidiera, en el momento que lo hiciera, sin prohibirme nada. El estrés del día a día siempre me hacía comer.

     No dormía lo suficiente, en ocasiones en la universidad pasaba más de 30 horas sin dormir. Poco descanso, casi nada de actividad física, pobre calidad de comida, mucho estrés, la tormenta perfecta para el desastre, desastre que finalmente terminó llevándome al borde de la muerte en dos ocasiones.

     Hoy te cuento mi historia no para que me cojas pena, sino para que no seas tú el que escuche las palabras "tú tienes cáncer" o "te acaba de dar un infarto". Es triste, pero me he dado cuenta que el ser humano todavía no logra comprender que el primer pilar de una calidad de vida óptima, es la alimentación.

     Nos hemos acostumbrado a darle al cuerpo "comida" que nos llena pero que no nos nutre. Lo que nos han vendido como saludable, en realidad no lo es. Vivimos enfermos y nos resignamos a que así es la vida, o que es algo hereditario.

   Algo que tampoco ayuda es que contamos con un sistema de salud que para todo tiene una pastilla o un tratamiento. Y no con esto no quiero decir que no los necesitemos, pero...¿qué tal si comenzamos haciendo cambios en nuestro estilo de vida a ver cómo responde nuestro cuerpo? ¿Acaso no sería eso lo ideal?

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